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desde que soy la tonta de los artículos de Antropología, he dejado de lado la escritura en el blog, como si ya no pudiera hacer dos cosas a un tiempo, y tres, y cuatro..., y no es porque esté lejos del portátil, que le falta poco para dormir conmigo...
la semana pasada me han recordado que soy escritora dos veces.
me está costando muxo volver de Marruecos esta vez. vuelvo a necesitar un tiempo fuera del tiempo para trabajar. días de doce horas, etc., etc., ...
mi único problema es que debo dejar al Marqués de Van Drall, y que tengo un problemilla en los ojos desde hace meses. se trata de una especie de alergia que ni siquiera los 90 euros que le pagué a Cotero han conseguido curar. yo sigo echandome las gotitas, pero eso no impide que me despierte por la mañana con los ojos pegados y cara de gremlin.
ya me he inventado un origen mítico para el problema: creo que he llorado demasiado el último año y medio. por aquí circulan otras hipótesis igual de míticas: que si lo he pillado en Marruecos, que si el líquido de las lentillas...
el único autorizado para emitir hipótesis científicas -o un diagnóstico, que era lo que se le pedía, no ha dicho ni pum. le ha llamado alergia y me ha recetado Opatanol.
entre medias Changel me ha contado que una amiga de Amaya ha tenido algo similar este año e incluso ha perdido visión.
mientras llega la oscuridad total, de aquí a la muerte o de aquí a la ceguera, le recuerdo a este blog que mi abuelo paterno era ciego.
wanadoo me ha borrado anoche todos los mensajes de mi bandeja de entrada.
Hanan ha encontrado casa para las dos en Mokriset. lejos del viejecito entrañable y su señora la rayo y al lado de la mezquita. siempre vivo al lado de las mezquitas; mi primera casa en Chauen estaba situada entre la de Outa Hammam y otra. y desde la ventana de la cocina de mi segunda casa de Chauen podía ver el interior de la mezquita de al lado en Suika. el moadin de la mezquita vecina me libró del incendio en abril. y en las noxes del Ramadán, en la segunda casa, las percusiones de madrugada para que nos levantaramos a comer se notaba que eran las de un recién salido de la mezquita. vaya brazo.
pues bien, ahora ya sé que las primeras noxes de enero en Mokriset no voy a pegar ojo.