esta tarde uno de mis uesebés y yo hemos estado de copisterías, y también hemos visitado alguna imprenta. la ruta de las copisterías ha sido un tanto frustrante: en la mitad, no conocían el Quark Express, en la totalidad, no lo tenían.
en consecuencia, no me podían imprimir lo que llevaba en el uesebé: un archivo de Quark.
el mundo de la imprenta es otro: sabían qué es el Quark, lo tenían, pero: a) no tenían ganas de encender el ordenador otra vez esta tarde (sí, tal cual) y b) yo no tenía ganas de pagar cuarenta eurolitos por imprimir, Dios sabe cuándo, un borrador de mi particular "libro gordo de Petete".
mi uesebé y yo habíamos salido de casa con la intención de ahorrarnos a todos las cuatro horas de suplicio/impresión que acaban de finalizar hace un rato. y que han finalizado, como no podía ser de otra manera, con el cartucho de la tinta negra supurando tinta gris.
nos hemos quedado en la página seiscientos cincuenta, aunque las letras se marean desde la seiscientos cuarenta y dos.
estaba cantado que se me iba a terminar el cartucho de la tinta negra. por eso tengo en casa un cartucho de más de tinta de color. y por eso no compré esta tarde un cartucho de tinta negra. porque tengo uno que ha resultado ser del multifunción y no de la impresora.
elemental.
en la ruta de las copisterías, he coincidido en un paso de cebra con una antigua compañera de Instituto que paseaba con su bebé.
yo paseaba un uesebé.
pero no me voy a extender sobre la distancia que media entre una cosa y otra.
es algo tortuosa.