este blog ha estado a la sombra siete meses, desde que me fui a vivir a un pueblo de Marruecos sin nevera, calentador, lavadora y conexión a internet.
no hay textos sobre la intoxicación de monóxido de carbono. ni sobre nuestra huesped china. ni sobre las visitas de Ainhoa, Javi, Charo de Gorostegui y Yolanda Novoa. tampoco sobre Lalla Ara. las bodas, los
jnun, el
raqed, el
taba.
no sé si resumir o volar sobre el tiempo desfallecido.
estoy en casa pasando una semana y media de reencuentro con cosas, lugares y personas.
antes de ayer vi de nuevo
El cielo protector, sólo para ver en el cine el Hotel Continental en el que nos hospedamos Aino y yo a principios de agosto. el Café de los Navegantes y sus partidas de parchís también se merecen una película,
tarantini.
ayer fui al cine a ver
El ultimátum de Bourne, rodada también en mi querida Tánger. la chica de la CIA que huye va para Chefchauen, eso lo sé yo. cualquier día la tenemos Hanan y yo a cenar en Mokrisset. allí seguro que no la encuentra nadie.
yo tenía un diccionario de inglés de la editorial Collins Gem que ya cumplía este año veintidós años en mis manos. en las dos primeras y en las dos últimas páginas he ejercitado siempre un idéntico ritual: anotar mi nombre y los dos últimos dígitos del año en curso. el día 5 de junio me robaron de la maleta (probablemente en el aeropuerto de Málaga, cabroneeeeeees) un Corán, un diccionario de árabe marroquí, un ejemplar de los Hamadsha de Crapanzano y cuatro cuadernos Claire Fontaine, uno de ellos con las notas de campo de mis entrevistas con los difíciles
surfa y de dos visitas a un pueblo al que sólo se accede tras cruzar a pie el río Bu Hassan y tras cuatro kilómetros de marcha.
también me robaron el diccionario de inglés.
el nuevo es también un Collins Gem, no me mola nada y se le debo a San Chus.