mixing memory and desire

lunes, diciembre 28, 2009

Gaza, los inocentes


el año pasado, tal día como hoy, escribí un texto sobre Gaza. el día anterior, 27 de diciembre de 2008, el ejército israelí había comenzado su invasión de la Franja y su sangrienta siembra de terrores. en el texto del día de los inocentes del año pasado recordaba que había visto el bombardeo de 2006 de la playa de Beit Lahia en Chefchauen en la televisión de una cafetería. recordaba lágrimas ajenas, las lágrimas de Ibrahim.
hoy, día de los inocentes de 2009, voy a recordar a las cinco hermanas cuya fotografía funeraria reproduzco en la cabecera de este post. murieron hace un año, un día de los inocentes también. se llamaban Tahrir, Ikram, Samar, Dina y Jawaher Balousha.

lunes, diciembre 21, 2009

lo espúreo y lo trivial



recuerdo de nuevo a Sísifo y a su piedra. si sabe que caerá rodando por la ladera, por qué razón la carga sobre la espalda y camina trabajosamente hacia la cima una y otra vez: ¿sólo porque Hades le obliga? ¿de qué manera consigue Hades anular su voluntad y lograr que su castigo sea un trabajo eterno?
esta tarde me he dado cuenta de que actúo como Hades y como Sísifo, y que desarrollo los dos roles a la vez.
veamos si soy capaz de posar la piedra y caminar lejos de la montaña.

jueves, diciembre 03, 2009

Hesse



Demian le ha dejado a Emil Sinclair un papelito en el pupitre: "el que quiere nacer, tiene que destruir un mundo".
en mi edición de la novela de Hermann Hesse, de editores mexicanos unidos, ese mundo se tiene que destruir, en otras ediciones en castellano, como he visto google mediante, basta con romper con él o con romperlo.
Hesse escribió en su lengua, la alemana, lo siguiente: Wer geboren werden will, muß eine Welt zerstören.
zerstören significa destruir o devastar, cosa que ilustra perfectamente el vídeo de Rammstein, de la canción de título homónimo (ver en you tube).
el fin de semana pasado he transformado medio cuarto de trabajo: me he pasado dos días limpiando y clasificando mis libros y papelorios, y Chus y mi padre me han instalado unos muebles libreros comprados en IKEA. estos últimos días he mirado tanto hacia las estanterías como hacia el ordenador... hacía cinco años que me había escondido la mayor parte de mis libros, y sacarlos al sol ha sido una experiencia interesante.
en una de las baldas más cercanas a mi vista he colocado al azar Demian, la novela de Hermann Hesse.
hasta la fecha, he leído tres libros de Hesse. las Leyendas Medievales que me regaló Julio, este Demian que me compré por cien pesetas en un supermercado cuando tenía dieciséis años, y El lobo estepario. este último lo leí cuando tenía diecisiete años. me lo prestó una compañera de instituto de la colección de libros de su tía. mi amiga me pidió que se lo devolviera tres días después, antes de que su tía volviera de vacaciones; todavía guardo unas fotocopias que hice de las páginas centrales.
la primera vez que pisé una biblioteca pública tenía dieciocho años, y lo hice por prescripción académica. fui un par de días, me espantó una bibliotecaria rutona, y no volví. las bibliotecas públicas en las que hasta entonces había enredado eran las colecciones de libros ajenas: la de mi madre, la colección de libros de mi tía -de la que durante un par de veranos tomé prestados tres libros cada domingo-, la colección de libros de la tía de mi amiga, de la que leí El lobo estepario y no sé si El honor perdido de Katharina Blum de Heinrich Böll, los libros que había en el desván de mi abuela paterna -libros verdaderamente bizarros en una casa campesina de los que hablaré algún día-... etc...
durante mis estudios en la Universidad, me he pasado más horas en la biblioteca que en las aulas.
estas reflexiones vienen al hilo de la impresión que me produjo este fin de semana reconocer uno a uno mis libros y recordar de dónde vinieron, cuándo, en qué circunstancias... me agradezco el hábito de leer y no comprar, tanto el de haber manoseado lo que otros habían elegido antes, como el de haber explorado en las bibliotecas universitarias y en la biblioteca pública de mi pueblo... espero que algún día tenga una sobrina husmeando en estas estanterías y leyendo las páginas amarillentas de mi edición de Demian. y, sobre todo, espero que sienta algo parecido a lo que siento yo cuando leo la nota que abre Sinclair sentado en su pupitre: "el que quiere nacer, tiene que destruir un mundo". que Hesse tiene razón.

 

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