mixing memory and desire

viernes, abril 17, 2009

generación Coco


no sé si las mujeres y los hombres de mi generación somos plenamente conscientes del daño que nos hizo Coco (o del daño que nos hicieron ciertos intelectuales norteamericanos a través de un programa infantil tan exportable y exportado como Sesame Street-Barrio Sésamo). la semana pasada he leído que los directivos de RTVE lo piensan reponer; los que somos algo críticos con los valores que nos transmitió este programa en la infancia, tendremos la oportunidad de realizar un ejercicio de deconstrucción sobre lo interiorizado en los ochenta. como diría Borja Pérez, ¡qué locurón!
el ínclito Coco era aquel simpático peluche azul al que los guionistas de Barrio Sésamo habían encargado la sencilla labor de inscribir en nuestra mente el pensamiento dicotómico... menos mal que sólo se trataba de una escena, y que el bichito sólo hablaba de arriba/abajo y de cerca/lejos. si Coco llega a explicarnos la oposición nosotros/ellos, Samuel Huntington no habría muerto siendo profesor en Harvard, sino reencarnación de Dios.
ayer he leído un artículo pésimo de una licenciada en Derecho que se permite construir su discurso parafraseando el de otros (ay, Lautreamont, cuántos discípulos tienes), y que cada dos o tres líneas revela lo poco que sabe sobre legislación matrimonial en los países musulmanes (o lo pobres que eran sus fuentes y lo mal que ha interiorizado lo que ha leído, tanto da).
en el artículo, la autora se adhiere voluntariosamente al nosotros/ellos, e incluso al choque de civilizaciones postulado por el señorito Huntington (al que olvida citar, quizá porque no sabe de dónde ha heredado los felices conceptos que maneja).
y aún hay más, pero empiezo a notar un sabor agrio en la lengua.
¿de dónde viene este párrafo mordaz?
probablemente de lo cansada que estoy de estos discursos esencialistas y conservadores, y del aplauso general que suscitan.
ladro, Sancho, luego cabalgan.
cabalgo, Sancho, luego ladran.

 

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