mixing memory and desire

miércoles, abril 15, 2009

Volpi


acabo de leer que ha muerto el filósofo Franco Volpi.
era profesor en la Universidad de Padua, y ha muerto en un hospital de Vicenza, su ciudad natal. el lunes por la mañana iba en bicicleta por una calle de San Germano de Berici cuando un automovilista que al parecer no respetó una señal de stop lo atropelló y lo dejó en coma.
Volpi era experto en la obra filosófica de Martin Heidegger.
esta iba camino de ser mi "semana Heidegger":
-el lunes, Alberto incluyó en su muro de facebook un vídeo en el que Santiago Auserón charlaba sobre sus años de estudiante de doctorado en Vincennes como alumno de Deleuze. Alberto me preguntaba si mi profesor de Filosofía en el COU -compañero de clase de Auserón- era de los que llegaban hasta Heidegger o no. ayer le contesté contándole que una vez, uno de mis compañeros de clase le preguntó a nuestro profesor qué era aquel enorme borrón que aparecía en las fotocopias de diez o doce páginas mecanografiadas sobre Heidegger que nos había entregado. nuestro profesor contestó que en el orginal había una mancha de mayonesa, de alguno de los pinchos de tortilla que comía mientras estudiaba.
habría sonado causaefectista y poco modesto decir que si mi profe no se hubiera estudiado a Heidegger, yo no habría sacado tan buena nota en Selectividad divagando sobre un fragmento de "Ser y tiempo"...
-esta tarde, antes de conocer la muerte de Volpi, he estado en El café de Ocata, el blog de Gregorio Luri. desde mi última visita, Luri había escrito dos posts sobre Heidegger. Luri plantea en su primer post una cuestión similar a la que planteaba aquel conferenciante del que hablaba el otro día sobre Althusser: ¿podemos atender al filósofo y dejar de lado el asesinato de su mujer? (Althusser) ¿podemos atender al filósofo y dejar de lado su colaboración con el nazismo? (Heidegger)

Volpi había escrito en algunas ocasiones sobre Heidegger y la ética. será cuestión de leer.
filósofos y muertes criminales, filósofos y muertes accidentales.
la mortz est super nos. lo decía un personaje de otro italiano fascinante, Umberto Eco: aquel era un apocalíptico, pero su frase encierra una verdad luminosa.

 

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