mixing memory and desire

miércoles, octubre 15, 2008

la luz

escribir durante un año frente a la misma ventana, frente a la misma carretera, y frente al mismo bosque, me ha dejado ciertos datos para mi conciencia de las estaciones de los que carecía hasta la fecha.
por un lado, la cantidad de ambulancias que van y vienen hacia el hospital cuando se acaba el verano. por otro, lo muxo que brillan las carrocerías de los automóviles en los días soleados del otoño. por último, lo muxo que han crecido las ramas de un sauce llorón hacia el que tengo la costumbre de girar la vista cuando me quedo in albis.
lo poco que he visto al mirar por la ventana (la relación anterior era en parte una manera de burlarme de mí misma), tiene alguna explicación: escribo casi todo el día con la persiana abajo para que no entre tanta luz, y cuando levanto la vista de la pantalla del ordenador y de mis papeles y libros mi mirada debe parecerse más a la de un místico que a la de alguien que observa.
a veces me imagino que soy alguien que mira mi ventana desde el bosque o desde la carretera, e incluso desde las casas que están en los prados de enfrente, y pienso en lo que pensaría si me viera ahí sentada frente al ordenador la mayor parte de los días de un año entero.
construyo esos pensamientos a partir de una pista que me ofreció mi cartero hace unas semanas. me dijo: ¿hace mucho que tú no vives aquí verdad?
yo le dije que sí y que no, e intenté explicarle ambas maneras de verlo.
entonces me refería a los lugares en los que he vivido y al lugar en el que vivo, pero me he quedado con una especie de soniquete en la cabeza y aún sigo dándole vueltas a la cuestión, no al lugar en el que me encuentro, sino a si a esto que yo hago aquí se le puede llamar "vivir".
por ahora, lo resuelvo con una respuesta muy poética: yo no vivo. escribo.

 

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