el reloj no tiene otra cosa qué hacer
y yo no encuentro mi cara en el espejo; ¿qué pasaría si finalmente hiciera todo lo que tengo que hacer y todo lo que quiero hacer? vuelvo a los días de 22 horitas, quizá alguna menos. ahora que he dejado de llorar a las horas en punto y sólo lloro a las medias...
soy una insustancial, pero la vida continúa.
y está llena de cositas.
en cuanto me relaje, os cuento de qué van las maquinaciones...
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