un poema, el de siempre, y a dormir
quise
hacer de tus manos
un lenguaje de invierno
y un látigo de la tristeza
que ya no muerde,
pero huyes en cada beso
porque no quieres ser quien nunca he querido que seas;
mientras,
yo mezclo memoria y deseo
porque, nostálgica, sólo me calma recordarte dentro de mí.
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